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MedAll Endocrinology
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Resumen Clínico Clave: Guías Mexicanas Para El Manejo Del Sobrepeso Y La Obesidad En Adultos

Este es un resumen en formato micro-learning de la sesión impartida por el Dr. Zertuche, la cual puedes consultar aquí.

Antes de participar, te invitamos a revisar la información de CME y las divulgaciones de esta actividad, disponibles aquí.

Agradecimiento: Esta actividad está respaldada por una beca educativa independiente otorgada por Lilly. Este programa de educación médica en línea ha sido diseñado para profesionales de la salud a nivel global.

Contexto mexicano: por qué se necesitan guías propias

  • En México la obesidad en general aumentó ~42% entre 2000 y 2018; la obesidad grave (IMC ≥40 kg/m²) creció ~96% en el mismo periodo.
  • Actualmente, alrededor del 36% de la población adulta vive con obesidad y más del 90% de las personas mayores de 50 años presentan obesidad central.
  • El país tiene un contexto único: uso y venta de fármacos que no existen en otros mercados, gran número de centros privados con abordajes no estandarizados, poca oferta de formación formal en obesidad y una enorme carga de enfermedad.

Este escenario hizo necesario desarrollar guías de práctica clínica específicas para México, que armonicen la evidencia internacional con la realidad local.

Cómo se construyeron las guías mexicanas

  • Publicadas en 2024, con versión en inglés (Current Obesity Reports) y versión en español (Revista Mexicana de Endocrinología).
  • Estructuradas en 20 preguntas PICO relevantes para el contexto mexicano, respondidas mediante revisión sistemática y metodología GRADE, enfocadas en atención primaria.
  • Complementadas con 20 declaraciones de Buena Práctica Clínica (BPC), basadas en consensos y guías internacionales, para mensajes claros, accionables y que no requieren nueva revisión sistemática.

Modelo de las 5A adaptado a México

Las guías recomiendan estructurar la consulta con el modelo de las 5A, aterrizado al consultorio mexicano:

Averiguar

  • Siempre pedir permiso para hablar del peso (“¿Le parece bien que hablemos de su peso?”).
  • Explorar contexto social, causas raíz, barreras y experiencias previas, mostrando empatía.

Analizar

  • Medir peso, talla e IMC y clasificar según OMS.
  • Medir perímetro de cintura (meta: <90 cm en hombres, <80 cm en mujeres) como marcador de grasa visceral.
  • Usar bioimpedancia cuando esté disponible.
  • Estratificar con EOSS (Edmonton Obesity Staging System) el impacto médico/metabólico, mental y funcional de la adiposidad (estadios 0–4).

Asesorar

  • Explicar todas las alternativas: cambios de estilo de vida, planes de alimentación, ejercicio, farmacoterapia, cirugía bariátrica y referencia a centros multidisciplinarios.
  • Discutir riesgos, beneficios y expectativas reales.

Acordar

  • Definir un plan personalizado, realista y sostenible, entendiendo la naturaleza crónica y recurrente de la obesidad.

Acompañar

  • Dar seguimiento continuo, identificar facilitadores y barreras, reconocer pequeños logros y ajustar el plan cuando sea necesario.

Evaluación, estratificación y referencia

  • El primer paso consiste en establecer el grado de obesidad según la OMS. Las categorías incluyen obesidad clase I (30–34.9 kg/m²), clase II (35–39.9 kg/m²) y clase III (>40 kg/m²). También es muy importante medir el perímetro de cintura (ideal hombres <90 cm y mujeres <80 cm) y la bioimpedancia eléctrica, si está disponible.
  • La clasificación por EOSS permite ir más allá de “cuántos kilos de más tiene” la persona y centrarse en qué tanto afecta la adiposidad su salud:
  • Estadios 1–2: factores de riesgo y comorbilidades establecidas (p. ej., prediabetes, SOP, DM2, HTA, MASLD, apnea del sueño, osteoartritis, depresión, ansiedad).
  • Estadios 3–4: daño a órgano blanco, discapacidad grave o enfermedad terminal (EVC, cardiopatía isquémica, ERC avanzada, dependencia para caminar, ideación suicida, etc.).
  • Las guías sugieren referir de forma prioritaria a programas multidisciplinarios a:
  • Personas con obesidad clase II o mayor, y/o
  • Aquellas con EOSS 2–3, y
  • Mujeres con obesidad pregestacional que buscan embarazo.

Riesgo cardiovascular en el consultorio

Para las personas adultas que viven con obesidad, se recomienda evaluar el riesgo cardiovascular desde el primer nivel de atención utilizando una escala validada en México que incluya el IMC y no requiera estudios de laboratorio. La herramienta más adecuada es Globorisk consultorio, que incorpora sexo, tabaquismo, presión arterial sistólica e IMC para clasificar el riesgo en bajo, moderado, alto, muy alto o extremadamente alto.

Cuando se cuenta con laboratorio, esta valoración puede complementarse con escalas más completas como PREVENT; sin embargo, el mensaje esencial es no omitir nunca la evaluación del riesgo cardiovascular.

Cuatro pilares del tratamiento

  1. Terapia médico-nutricia: Se promueve un patrón local, la dieta de la milpa: frutas y verduras regionales como base, seguidas de leguminosas, aceites cardioprotectores (como el aguacate), pescados, mariscos, huevo, carne y, al final de la pirámide, azúcares como miel.
  2. Ejercicio y reducción del sedentarismo: La recomendación estándar es de 150–300 minutos por semana de actividad moderada más un mínimo de 2 días de fuerza. También se recomienda la introducción de “snacks de ejercicio” o pulsos de actividad vigorosa de <1 minuto (p. ej., 20 sentadillas en 30–40 segundos), acumulables a lo largo del día, así como interrumpir la conducta sedentaria cada 30–60 minutos con 2–3 minutos de movimiento (pausas activas, subir escaleras, caminar mientras se toman llamadas).
  3. Intervención psicológica: Se recomienda un tamizaje sistemático de salud mental y el uso de herramientas conductuales, con un fuerte énfasis en intervenciones grupales y grupos de apoyo para ampliar la cobertura. Específicamente para los trastornos de la conducta alimentaria se proponen 4 preguntas breves sobre atracones, conductas compensatorias y comer nocturno; cualquier respuesta compatible con trastorno por atracón, bulimia nervosa o síndrome de comedor nocturno debe motivar referencia especializada.
  4. Farmacoterapia: El algoritmo se basa en comorbilidades y en el uso de fármacos aprobados a largo plazo en México: orlistat, naltrexona/bupropión, liraglutida y semaglutida, organizados en un semáforo (verde, amarillo, rojo) según seguridad y evidencia para cada condición. Existe una contraindicación explícita para fenproporex, mazindol, anfepramona y clobenzorex por falta de datos de seguridad/eficacia a largo plazo. La fentermina puede utilizarse, pero debe evitarse en pacientes con depresión o ansiedad, hipertiroidismo, >65 años, enfermedad cardiovascular o glaucoma; requiere reevaluación cada 3 meses. A los 3 meses de la dosis máxima tolerada, si la pérdida de peso es ≥5% se continúa el tratamiento; si es <5%, se reconsidera y se cambia la estrategia farmacológica.

En todos los casos, el tratamiento farmacológico se suma a los otros pilares, y para IMC ≥35 kg/m² (especialmente con comorbilidades) se considera cirugía bariátrica.

Comunicación centrada en la persona y sesgo de peso

Las guías subrayan que en México persiste alto estigma por peso:

  • Muchos pacientes han vivido discriminación, intentos fallidos de pérdida de peso, vergüenza, culpa, aislamiento social, depresión, ansiedad e incluso deseos de morir.
  • El sesgo de peso implícito en el personal de salud (creer que “bajar de peso es solo cuestión de querer”) se traduce en actitudes explícitas: lenguaje moralista, regaños, responsabilizar al paciente al 100%.
  • Esto favorece el sesgo internalizado: las personas se sienten fracasadas, creen merecer mal trato y buscan soluciones no basadas en evidencia (remedios milagro, pastillas peligrosas).
  • La discriminación por peso se asocia con mayor mortalidad y peores desenlaces en salud, además de retrasar el inicio y la persistencia en tratamientos efectivos.

Las encuestas muestran que la mayoría de pacientes agradecería que su médico hablara del tema, pero muchos profesionales no lo abordan porque asumen que el paciente “no está motivado” o “no le interesa”.

Las guías insisten en:

  • Reconocer la obesidad como enfermedad crónica, progresiva y recurrente, con cambios fisiológicos y neuroendócrinos que favorecen la reganancia.
  • Cambiar el lenguaje: “persona que vive con obesidad”, “peso saludable” o “peso óptimo”, no “obeso”, “peso ideal” o “falló el tratamiento”.
  • No suponer hábitos, motivaciones o valores solo por la apariencia.
  • Co-construir metas basadas en lo que importa a la persona (jugar con sus hijos, subir escaleras sin dificultad, dormir mejor, tener más energía) y no únicamente en un número de la báscula.
  • Validar los intentos previos, explicar la fisiología de la reganancia y responsabilizar al tratamiento, no al paciente, cuando la respuesta es insuficiente.

Conclusión

Las guías mexicanas de práctica clínica proponen un abordaje estandarizado y multidisciplinario que refleja la realidad epidemiológica del país y prioriza la atención centrada en la persona. Utilizan IMC, perímetro de cintura, EOSS y Globorisk para estratificar riesgo, estructuran el manejo en cuatro pilares y en el modelo de las 5A, y enfatizan el uso de terapias seguras, incluyendo farmacoterapia y cirugía bariátrica cuando corresponde. Sobre todo, buscan eliminar el estigma y promover una comunicación empática. En última instancia, invitan a tratar la obesidad como una enfermedad crónica y a poner la salud integral y la calidad de vida por encima del número en la báscula.